VIERNES.
¡RIIIN! El maldito ruido que me despierta cada cada mañana
sonó. En ese momento dormir cinco minutos más era un verdadero placer.
Por fin, acepto salir de la cama, el sol, al igual que yo,
no quería levantarse y se ocultaba perezoso tras las nubes.
Que fuera viernes , me alegro el día. Después de lavarme la
cara volví a la realidad, y me puse a hacer las cosas rápido ya que el tiempo
ni espera ni vuelve.
La mañana trascurrió tranquila, más bien aburrida, sin nada
interesante, poco que contar…; cada profesor con su materia, y excepto unos
cuántos alumnos, los demás sumergidos en sus pensamientos.
Tocó el timbre, 5:30 de la tarde ¡Por fin libres!
Una tarde entretenida y muy merecida, tras el esfuerzo
realizado durante toda la semana.
Por la noche, vi una de mis películas favoritas, y me fui
temprano a dormir ya que estaba agotada.
SÁBADO.
Llegó el esperado día.
Me levanté a media mañana. Por primera vez en todo el curso,
me dispuse a hacer todos los deberes ágil, para no tener que hacerlos al día
siguiente.
Después, de comer preparé la ropa entusiasmada, y me dirijí
a casa de una amiga, porque pasaba la noche en su casa.
Estuvimos celebrando un cumpleaños, fue una tarde llena de
risas y buenos momentos. Por la noche, como eran las fiestas de Salesianos,
estuvimos allí hasta que se acabaron. Aunque no fueron mucho de nuestro agrado,
porque los jóvenes estaban sentados y los únicos que disfrutaban eran los
niños.
Fue un día muy completo, cada vez que nos reunimos todas nos
lo pasamos genial, porque aunque el tiempo no acompañe o no tengamos un buen
plan, si es la mejor compañía.
ANDREA
DÍEZ MARTÍN
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